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Cómo monté mi despacho en casa y lo convertí en un negocio rentable

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Monté mi despacho en casa y lo convertí en una empresa rentable. Ni es una proeza ni he sido la primera en hacerlo, supongo. En 2008 las cosas eran muy diferentes tecnológicamente pero de todos modos tengo una empresa que sigue funcionando y creciendo gracias sobre todo a Internet y a las oportunidades tecnológicas actuales.
Ahora que todo el mundo sabe lo que es Zoom (o casi), se tiene un poco más la claridad de algo que llevo reivindicando toda mi vida profesional. Odio las reuniones físicas! Bueno a ver, que parezco un poco antisocial, tampoco es eso. Pero en el día a día, si algo nos ocurre a todos: no nos dan las horas para hacer todo lo que queremos. ¿Para qué gastar tiempo en traslados innecesarios cuando puedes reunirte desde tu propio despacho?

Cómo tener una empresa rentable

Cuando yo empecé mi negocio, ni siquiera sabía lo que era emprender. Mucho menos sabía lo que era una empresa digital.  Abrí un «chiringuito», bueno un despacho, pero yo le llamo chiringuito. Ese despacho en sus inicios, estaba en mi casa. Acababa de dejar mi trabajo, se supone que iba a vivir de mi marido un tiempo y encima mi primer niño venía en camino. Ni de broma iba a poder pagar un alquiler de una oficina. Así que, adapté una habitación en mi piso de entonces y lo convertí en oficina. Incluso recibía visitas. La habitación estaba justo al entrar en casa y había separación entre ese despacho improvisado y el resto de la casa. Hasta puse unas sillas en la entrada a modo de sala de espera.

Hacia un modelo de negocio digital

Así mismo me lo monté. En ese momento mi inversión fue un ordenador y un programa informático con el que llevar las gestiones de los clientes que me contrataban. Algo tenía que estar haciendo bien porque ganaba clientes recurrentes cada mes. Al poco, tuve que contratar a alguien para ayudarme, aún así, mi despacho lo mantuve en casa. Seguía pensando: ¿para qué me voy a gastar dinero en alquilar un local ahora? Ya tenía una empresa rentable que me daba la tranquilidad económica que necesitaba.
No era el momento. Lo fue poco antes de nacer el peque (te estoy hablando de meses), tuve que volver a contratar y ya me decidí a cogerme «mi primer chiringuito oficial», pequeño pero en pleno centro de Andorra. Teníamos dos despachos, salita de entrada, vamos, una oficina de las de toda la vida. Recuerdo la ilusión con la que me trasladé allí. Pero aún así, seguía reacia a las reuniones físicas oye, con lo bien que se estaba en mi oficina, salir, nevando a veces, para ir a ver a un cliente y comentar cosas que podíamos comentar por videoconferencia. No lo veía lógico. ¿Por qué sonaba tan raro todo eso de teletrabajar y tener una empresa digital?
De aquella, como digo, aún las empresas no usaban facebook, pues yo me abrí un perfil para la empresa. Ay madre mía, vergüenza de mi «yo pasado» abriendo un perfil personal para una empresa. No me lo tengáis en cuenta, es que no había todo esto que hay ahora, de algún modo yo estaba probando en un mundo nuevo y desconocido que estaba naciendo: la empresa digital.

Esa visión me llevó a conseguir la empresa digital que tengo ahora

Muchas veces me quedaba en casa trabajando, en mi despacho «casero», mis empleados en la oficina se comunicaban conmigo por chat interno. No, no había whatsapp tampoco. Antes de que pienses que tengo 90 años recordemos que whatsapp nació en 2009, te hablo desde el año anterior 🙂

 

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El tema es que, yo misma estaba pasando de trabajar en casa, a montar una empresa con empleados. No era muy consciente la verdad. Me gustaba mi trabajo y tampoco tenía presión. Si salía bien, estupendo. Sino, no pasa nada vamos. Un año más y tuve que cambiarme otra vez de oficina, necesitaba más gente y más espacio. Nos trasladamos al despacho actual y para ese entonces ya estábamos mucho más digitalizados. Tenía una empresa digital, aunque el concepto todavía era lejano para mí.
Servidor físico con copias en la nube y servidor en la nube replicando. Si me tenía que quedar a trabajar desde casa podría conectarme sin problemas. Me llamaban loca por querer reunirme online: es que es mejor en persona. Decían. Esa en realidad era la excusa. Todavía hay gente que pone esa excusa para no reconocer que su empresa no dispone de una simple webcam y micrófono. Empresas que hacen entrevistas por teléfono gastando una barbaridad por el mismo motivo. Plataformas en la nube precarias y falta de uso por parte de los empleados, dependencia de un informático para… ejem, subir un documento a un drive.
Ahora que lo veo con perspectiva creo que habría modificado algunas como el modelo de contratación y el no anclarme a una oficina física, al menos no al 100% como lo hice en aquel momento. Creo que el futuro de las oficinas podría ser un modelo híbrido entre teletrabajo y la oficina actual. Con mucha tecnología que permita la comunicación y la productividad de los empleados. Además, confío y mucho en el sistema de contratación de freelance, autónomos y empresas asociadas. La remuneración por proyectos o tareas realizadas en lugar de el trabajo remunerado por horas. La clave de una empresa rentable está aquí.

Vamos en otra dirección y las empresas son las primeras que necesitan adaptarse a estos modelos probados de negocio. Poco a poco, con buena letra y pon un Growth Hacker en tu vida…

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Y yo, ¿cómo monté mi empresa desde casa y lo convertí en una empresa rentable? ¿Adaptándome? No. Adelantándome.
Esa tecnología está ahí a nuestro alcance, dispuesta a que la utilicemos, que aportemos creatividad y provecho como por ejemplo:

  • CLASES VIRTUALES: puedes organizar tus clases online por horarios, por grupos de alumnos y tener la misma academia física que tienes ahora, pero llevada a Internet. Solo hay que confiar.
  • REUNIONES: piensa en el ahorro de tiempo y de gasolina a veces. Una reunión online la tienes a un click. Te puedes reír, negociar y hasta ayudar a tus clientes y proveedores desde tu despacho. El café te lo puedes tomar igual, ya sé que a veces toca el contacto humano, vale. Pero cuando necesitas ser productivo en el día a día no puedes desplazarte 5 veces para una reunión de media hora cuyo tema puedes arreglar más rápido.
  • COMUNICACIÓN: existen chats internos, plataformas maravillosas con las que comunicar y organizar tus tareas y los proyectos de clientes. Si el equipo tiene una base comunicativa consolidada, trabajar separados no es problema. En absoluto.
  • TELEFONÍA IP: como sabes seguramente, mi empresa está en Andorra, yo ahora estoy en Galicia. Con mi teléfono ip puedo recibir llamadas igual que cuando estaba en el despacho. ¿por qué no replicar esto para teletrabajar?
  • AHORRO: piensa que la tecnología te permite ya no usar tanto papel. Puedes tener un archivo digital. El ahorro también lo puedes ver en reducir los desplazamientos, tanto en el día a día como en las reuniones. Sí, esas reuniones que detesto (lo siento).
  • ADAPTACIÓN: hay un proceso de adaptación. Los empleados que no están adaptados a teletrabajar podrán pensar que es un agobio. Aquí todo es cuestión de organizarse y ayudarles con equipos adecuados para estar a gusto. Queda en el aire, cuando se habla de oficinas online, quien debe asumir el coste de los equipos de trabajo. Me gusta pensar con flexibilidad y depende del tipo de contrato y condiciones se puede establecer que el equipo informático y complementos de trabajo los asuma o la empresa o los trabajadores.
  • CENTRALIZADO: siempre en una empresa que funcione se ha de centralizar la comunicación, la tecnología, los recursos, las ganas, los objetivos, las tareas, los proyectos. No te olvides de tener presente una filosofía de empresa y mentalidad abierta para los cambios constantes en los negocios.

Estas han sido las claves con las que convertí mi despacho en casa en una empresa rentable. Seguimos creciendo y seguimos apostando por la tecnología para abrirnos camino a nuevos modelos de negocio y servicios.

La clave, tener las ideas claras y visión de empresario. Camino a una empresa más digital. Siempre.

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